El secreto de Candy Crush
Entonces, ¿estamos acaso hablando de la cura para los adictos a este juego? Oh, quizás. Para descubrirlo, comencemos por esta frase del libro Designing Games de Tynan Sylvester sobre sentimientos en los juegos:
«Aún el fracaso te lleva a querer hacerlo mejor y volver a intentarlo, siempre y cuando el jugador tenga la sensación que puede lograrlo.»
¿Les suena alguna campana? ¿No se les viene a la mente ese nivel que tantas veces estuvieron a uno, dos o tres movimientos de completar? ¡Ajá! Ahí está, ese es, demos por terminado el artículo y vayámonos a tomar unas micheladas por ahí.
¿No fui lo suficientemente claro? Bien, paso a explicar el secreto de Candy Crush: siempre vas a estar cerca de ganar. Siempre. No importa tu habilidad, ni las horas que le dediques al juego, ni cuan inteligente seas. No, nada de eso entra en la ecuación. Siempre vas a estar a un paso, algunos más cerca y otros más lejos, pero siempre ahí. Lo suficientemente cerca para que quieras intentar de nuevo, porque ya casi lo tenés y la próxima seguro que pasás de nivel.
Vemos por todas partes jugadores hablando de niveles difíciles, imposibles de superar, para unos el 72, para otros el 147, algunos pocos el 19, los más avispados el 351 y mañana seguramente serán el 783, 1027 y así. A veces coinciden, otras no, ¿por qué? Porque el juego te dejar ganar cuando quiere, no cuando tu habilidad es superior a la dificultad del nivel. Vamos a lo más específico, imaginemos una borrachera con Carlos Candy y Ernesto Crush, donde de tanto tomar se les empiezan a escapar sus verdades. Su explicación sería la siguiente:
Por si no entendieron las palabras de los (borrachos) creadores del juego, el secreto sería algo tan sencillo como esto:
El juego conoce todas las combinaciones posibles de caramelos y decide cuales son los próximos caramelos que van a aparecer, por lo tanto, si quiere darte los caramelos que necesitás, te los da, si no, no. Con eso, controla si te evita ganar el nivel por uno, dos o diez caramelos restantes. Tu habilidad no importa, sólo el frío corazón de la inteligencia artificial, y así te mantiene siempre cerca de superar los niveles más difíciles.
Algunos dirán «pero bueno, no deja de ser divertido» y yo te diré «sí, deja de ser divertido» cuando te das cuenta que no depende para nada de vos, estás simplemente combinando colores hasta que un tercero decide que es momento de avanzar o hasta que invertís dinero en el juego.
Entonces, mis queridos amigos y amigas, es el consejo de este pequeño e insignificante gigante que abandonen dicho juego del demonio, y se enfoquen en alguno que no insulte su inteligencia ni engañe su habilidad, donde ninguna computadora que sólo busca dinero pueda decidir sobre el futuro de su partida para beneficiar a sus creadores. Este es el primer paso, hasta que un día sea consciente de su existencia y entonces… ¡MATRIX!